Por: Martin Nelson-Jones | Colin Wilson | Howard Bassford
Socios del despacho global DLA Piper, consideran el futuro de la infraestructura después de la crisis del COVID-19
El sector de infraestructura es apreciado por los inversionistas debido a su estabilidad y previsibilidad – el COVID-19 le ha dado un giro a lo anterior a corto plazo y, sin duda, tendrá un enorme impacto en el sector a largo plazo. Al mismo tiempo, creará oportunidades significativas para los inversionistas y algunas otras partes interesadas. Las actitudes hacia el riesgo y la forma en que se comparte, bien puede haber cambiado debido al COVID-19 y su impacto, pero en realidad, ¿será que los inversionistas y prestamistas darán la espalda a la infraestructura como una clase de activo? Poco probable.
Aún es demasiado pronto para decir a ciencia cierta cómo y cuándo las economías volverán a la normalidad y cómo esa nueva normalidad se verá. A pesar de las incertidumbres, es posible hacer algunas predicciones tentativas sobre las implicaciones a largo plazo para el sector (reconociendo que los diferentes tipos de activos se verán afectados de diferentes maneras) – y las respectivas funciones de los gobiernos, inversionistas y empresas.
La función de los gobiernos
Los Gobiernos como los proveedores de último recurso: La crisis ha hecho énfasis en que, al final, sólo los gobiernos tienen los poderes y recursos para garantizar que la infraestructura esencial siga funcionando ante una catástrofe. Pero esto no significa que los gobiernos necesiten poseer y operar esa infraestructura.
A nivel mundial, los gobiernos y los operadores del sector privado están cooperando para asegurar que la infraestructura esencial siga funcionando frente a la drástica reducción de volúmenes. Esto ha originado intervenciones tales como el apoyo del gobierno del Reino Unido para sus operaciones de ferrocarril y autobús, y el caso del gobierno australiano, que continúa pagando por niveles de servicio que actualmente no está utilizando. En cada caso, se busca garantizar la continuidad del servicio tanto durante la crisis como después de la misma.
Incluso cuando los gobiernos tienen el derecho a una terminación anticipada de los contratos existentes, por motivos de insolvencia o por no alcanzar objetivos financieros o de rendimiento, muchos gobiernos consideran que ésta no es la mejor respuesta en una crisis, especialmente cuando el sector privado no tiene la culpa – las figuras políticas deben ayudar a las empresas a sobrevivir y en la medida de lo posible, mantener a las personas empleadas.
En relación con el sector de aviación, los acercamientos han sido irregulares, por ejemplo, el gobierno del Reino Unido está haciéndolo caso por caso en lugar de tomar una decisión que aplique para toda la industria. Los gobiernos podrían priorizar el apoyo a las aerolíneas nacionales, asimismo, los aeropuertos de las ciudades principales parecen tener prioridad sobre algunos aeropuertos regionales. Quien asume el riesgo por el tiempo y nivel de recuperación de los ingresos de pasajeros, probablemente dependen de cómo se “liberan” los confinamientos y otras políticas gubernamentales para mitigar los riesgos en lo que muchos creen, será una transición por progresiva a los volúmenes de trafico anteriores a la crisis.
A largo plazo, parece probable que exista un cierto equilibrio en cuanto del riesgo en los contratos público-privados, reconociendo el papel de los gobiernos como garante de último recurso y los límites a los riesgos que el sector privado puede absorber.
Mayor flexibilidad de la ayuda estatal: En la recuperación, los gobiernos todavía tendrán que proporcionar cierto nivel de apoyo cuando sea necesario. En la Unión Europea, donde los subsidios nacionales requieren la aprobación de la Unión Europea, las reglas que normalmente se usaban en relación con la solicitud de ayudas estatales, se han modificado para dar una mayor flexibilidad.[1] Es probable que esta necesidad de flexibilidad se extienda durante algún tiempo, ya que las empresas seguirán enfrentando ingresos reducidos y permanecerán débiles financieramente. En el Reino Unido existe una complicación adicional, con el Brexit se requerirá un enfoque personalizado para lograr los mismos objetivos.
Paquetes de estímulo del gobierno: Los gobiernos estarán ansiosos por impulsar sus economías después de la crisis, y el gasto en infraestructura es un área de estímulo obvia y necesaria. Algunos gastos serán post-crisis, tales como los proyectos de salud y atención social, así como infraestructura digital para crear una mayor capacidad y resiliencia.
Por ejemplo, en China, el gobierno está promoviendo de forma activa proyectos de infraestructura a gran escala para reducir la tasa de desempleo, haciendo un énfasis particular en el desarrollo de la infraestructura relacionada con salud pública. En Canadá y los Estados Unidos de América, se prevé que habrá importantes paquetes de estimulación para la infraestructura. Parece probable que la atención inicial se centre en proyectos en los que las actividades de construcción puedan iniciarse rápidamente. Los proyectos listos para ser trabajados de manera inmediata tienen una importancia particular, tal y como fue el caso del gobierno del Reino Unido al confirmar que la Etapa 1 del HS2 del Reino Unido procederá incluso durante el confinamiento.
¿Un impulso a asociaciones público-privadas?: ¿Cómo se financiarán estos paquetes de estímulos? Si bien la crisis ha destacado el papel fundamental que tienen los gobiernos, irónicamente, parece probable que las circunstancias impulsen a una mayor participación del sector privado en la recuperación. Los gobiernos han podido obtener préstamos a tasas bajas, por lo que se han vuelto escépticos sobre los beneficios de las asociaciones público-privadas (APPs) – incluso el Reino Unido, que fuera pionero, abandonó a estas últimas en 2018 diciendo que las Iniciativas de Financiación Pública no proporcionaban un buen valor.
Sin embargo, todos los gobiernos ahora se enfrentan a enormes déficits y es menos probable que obtengan préstamos a bajo costo, por lo que surge la necesidad de reevaluar el análisis del costo-beneficio y tratar de explorar nuevos modelos en los que se utilicen fondos privados para apoyar la producción pública. Esto sugiere que algún modelo de APPs o de contratos de administración para la prestación de servicios, tendrán una importancia significativa una vez más, favoreciendo a los fondos de inversión y a los bancos, así como a los operadores cuyo giro es la prestación de servicios públicos de manera eficiente y rentable sin asumir niveles innecesariamente altos de riesgo.
Acelerar la adquisición y la entrega de proyectos importantes: Los gobiernos tendrán que buscar la manera en la que puedan acelerar sus procesos de adquisición y la entrega de sus proyectos para apoyar sus planes de estímulo. Esto implicaría acortar y simplificar los procesos de licitación, planeación y concesión. Asimismo, se necesitan medidas para preservar las concesiones existentes. La crisis ha demostrado lo rápido que los gobiernos pueden actuar (aunque sea de manera imperfecta) cuando lo necesitan y este atributo debe continuar.
Implicaciones del cambio de comportamiento
El impacto de cambiar los patrones de comportamiento: La manera en que se comportan las personas, ya sea por elección o por obligación, tendrá un impacto significativo en el futuro uso de la infraestructura una vez que la crisis se controle.
Es probable que el distanciamiento social y las restricciones de movimiento se sigan aplicando durante meses y, como resultado, las personas se irán acostumbrando cada vez más a nuevos patrones de comportamiento, tal y como lo es trabajar desde casa, la reducción de los viajes, la entrega a domicilio y el entretenimiento doméstico. Estos nuevos cambios de comportamiento también han reforzado tendencias preexistentes, como los avances tecnológicos y las inquietudes por el cambio climático. De hecho, los cambios en las pautas de comportamiento ya han dado lugar a repercusiones importantes en sectores como la aviación, la ocupación de oficinas, el transporte, los flujos de desplazamientos (para el trabajo, las compras o el entretenimiento), la venta de entradas y las ventas al por menor en los centros de comercio, así como en los sectores del ocio, turismo y entretenimiento. Las empresas han adoptado rápidamente Zoom, Microsoft Teams y Skype y parece que los viajes de negocios al extranjero se están convirtiendo rápidamente en un recuerdo lejano. En cuanto al aspecto positivo, ¿habrá una verdadera oportunidad de impulsar nuevos debates sobre el uso del transporte y el cambio climático a raíz de que la gente se aleje de sus anteriores patrones de viaje? El tiempo lo dirá – nuestra infraestructura debe atender todas las opciones.
Cambiando los patrones de comercio: Aprendiendo las lecciones de la crisis, las empresas y los Gobiernos tendrán que revisar y acortar sus cadenas de suministro, con una mentalidad más defensiva, reevaluando la dependencia en otros países, incluyendo China. Esto tendrá cabida especialmente cuando la crisis destaque programas políticos preexistentes, como las preocupaciones en materia de seguridad nacional, soberanía nacional y una postura populista en cuanto a materia de comercio.
La infraestructura como una clase de activo
Cambiar las actitudes ante el riesgo de la infraestructura: Claramente, el COVID-19 ha impactado muchos proyectos de infraestructura y negocios, se destacan áreas de riesgo adicionales que pocos hubieran tenido en cuenta en el pasado al tomar decisiones de inversión y préstamo. ¿Reducirá esto el atractivo de la infraestructura como una clase de activo para los inversionistas y prestamistas del futuro? A continuación, encontrará algunas predicciones tentativas:
- Esperamos que se reconozca más el papel de los gobiernos en una crisis, pudiendo conducir a un reequilibrio de los riesgos y remuneraciones y nuevos modelos contractuales.
- El pronunciado aumento de los déficits del gobierno debería dar lugar a oportunidades para la deuda y capital privados.
- Es posible que los prestamistas se vuelvan más cautos respecto de los riesgos de volumen y de fuerza mayor, pero parece poco probable que le den la espalda al sector a medida que surjan más oportunidades y se haya demostrado que las disposiciones adoptadas por los gobiernos protegen muchos proyectos/activos.
- La crisis puede llevar a los inversionistas a reevaluar el equilibrio de riesgo entre los activos relacionados con el PIB y los activos regulados.
- Los futuros proyectos (y su financiación) puede que tengan que adoptar regímenes más sofisticados relacionados con estructuras de pago, regímenes de actuación, caso fortuito y otros regímenes de exención.
- Nuevos proyectos necesitarán de un pensamiento cuidadoso al justificar su promoción – ¿cuáles serán los beneficios de la nueva capacidad post-COVID-19?
- La industria de datos y atención sanitaria/social parecen ser los que se beneficiarán de un mayor énfasis en el fomento de la capacidad y la resistencia futuras.
Impacto en las fusiones y adquisiciones: En el corto plazo, un número de transacciones se encuentran aplazándose por razones obvias. Los factores importantes a largo plazo que respaldan la actividad y las oportunidades en el sector pueden compensarse de forma satisfactoria con mayor cautela de parte de los inversionistas. Factores adicionales deberían respaldar la actividad dentro de las fusiones y adquisiciones; es probable que los negocios que se han detenido traten de volver al mercado, lo que debería dar lugar a un aumento a corto plazo, lo cual ya se está observando en Asia; también la necesidad de los gobiernos y empresas para obtener dinero, debería de crear oportunidades para fusiones y adquisiciones. Durante un período puede haber importantes diferencias de valuación, ya que los compradores se centrarán en el mundo post pandémico mientras que los vendedores se remontarán a valuaciones anteriores, lo que – junto con la incertidumbre general – podrá alentar la actividad de fusiones y adquisiciones durante un tiempo a medida que pasamos del aislamiento. Es probable que los mecanismos de pago escalonado y de ganancias sean un punto de atención para ayudar a cerrar las brechas, y esperamos que también se preste más atención a los derechos de rescisión contractual.
Oportunidades para los inversionistas financieros: Los inversionistas financieros se enfrentan a impactos negativos derivados de esta crisis. Sin embargo, habrá oportunidades, debido al nivel de “dry powder” y acceso al capital, junto con sus conocimientos operacionales y experiencia trabajando con gobiernos y empresas a nivel mundial bajo diferentes modelos. Adicionalmente a las oportunidades de fusiones y adquisiciones, hay una gran oportunidad para ellos de participar proactivamente con gobiernos y empresas a nivel mundial para ayudarlos a alcanzar sus objetivos post-crisis y potencialmente desarrollar nuevos modelos. Los inversionistas financieros cuentan con una gran oportunidad de centrarse en sus carteras actuales y demostrar que, en el futuro, son buenos y socialmente responsables protectores de la infraestructura mundial en tiempos difíciles. Es en estos tiempos que las reputaciones son creadas para establecer cimientos para muchos años futuros.
¿Así que, qué significa todo esto?
El COVID-19 ha resaltado la importancia crítica de la infraestructura en nuestras economías y sociedades. Posterior a la crisis, habrá claramente impactos a largo plazo en el sector, impulsado por diferentes factores, incluyendo los cambios de comportamiento, estrategias de salida del bloqueo, el ritmo y la evolución de la recuperación económica, la evolución de las mentalidades respecto a los riesgos y el aumento de los déficits de los gobiernos. La combinación de todos estos factores significa que veremos oportunidades de infraestructura, tanto para los inversionistas financieros, como también para las empresas que monitoreen activamente el cambio de panoramas y tengan flexibilidad, capacidad financiera y los recursos para poder adaptarse a un mundo posterior al COVID-19.
[1] European Commission relaxes State aid rules to counter economic impact of COVID-19, DLA Piper, March 2020.
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